miércoles, 31 de octubre de 2007

Día de Muertos

La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos”.
Antonio Machado

Es la víspera de todos los santos “All Hallow’s Even” (antes de su corrupción como el LULZ), y una vez más, los muertos regresan del más allá. Ya sea la tradición pagana sajona, la prehispánica, o la mestiza católico-indígena, las culturas que convergen en México tienen la creencia de que en una fecha en particular, los espíritus de los ya difuntos vuelen a la tierra para convivir con aquellos que seguimos de este lado de la vida.
¡Y faltaba más! Si “El Petate del Muerto” obtuvo su nombre de la fiesta de Día de Muertos, este blog no podía dejar de conmemorar esto días… Digamos que son los días de fiesta de este blog (no son los días santos porque sus servidor no santifica nada), por lo que para celebrar, habrá un par de cosas interesantes por aquí este 1° y 2° de noviembre.
Pero a ver, de buenas a primeras, ¿Qué es el día de muertos? El día de muertos es una costumbre originada en México cuyas raíces se remontan a la época prehispánica. Ya los nativos americanos tenían una celebración en la cual, se honraba a los fallecidos por medio de comidas y ritos. Estas celebraciones eran realizadas dos veces al año en el calendario mexica, en los meses de Tlaxochimaco y Xocolhuetzi, siendo el 9° y 10° del calendario de 18 meses. El primer mes correspondía a los difuntos infantes, y el segundo, a los mayores. Cuando Tenochtitlán cayó por 1521, a manos de los españoles (ese trauma que tienen la mayoría de los mexicanos), vino una serie de reformas a todo el sistema cultural que marcaban el fin del poderío indígena en América. Una de estas reformas, fue cambiar las celebraciones de los meses de Tlaxochimaco y Xocolhuetzi (que eran en agosto/septiembre) a otra fecha y tratar de darle otra connotación. Para eliminar esos ritos satánicos paganos de los salvajes indígenas, los sacerdotes católicos movieron lesas fechas a una en la cual se celebraban a todos los santos de la iglesia: 1° de noviembre. Los indígenas, como hicieron con muchas otras tradiciones, la mesclaron con la propia resultando en una completamente nueva. Esta bien, celebrarían a todos los santos, pero también se celebrarían a los difuntos en dos días como se hacía desde hacía más de 3,000 años. El día primero de noviembre se destinó a los niños, y se dejó el día segundo para los mayores. Para honrar a los muertos, se retomarían las costumbres indígenas, pero se le agregarían las nuevas ideas religiosas católicas, siendo así como se originó el altar de muertos y demás parafernalia de Día de Muertos. El altar, es la condensación de todas las costumbres funerarias que se han tenido en México en los últimos 3,000 años, conjugando costumbres católicas e indígenas. Si bien las costumbres de estos días varían de región a región, hay elementos universales en esta práctica. Tal vez, la más reconocida y aquella que otorga esa peculiaridad a esta tradición, es la calavera de dulce.
Ya sea de chocolate o de azúcar, la calavera es una representación de la muerte, que es amenazante y es una sentencia para todos, pero que a final de cuentas, puede ser hecha trizas, devorada, y saboreada de principio a fin. Si bien la muerte es algo que da miedo, que es desconocido, y de lo que no podemos escapar, no necesariamente tiene que ser amargo. Así, cada quien puede poner su propia calavera junto a la de los difuntos del altar para acompañar a las ánimas que han salido del Mictlán y decir “no te preocupes, al rato te alcanzo”.
Otro elemento común en las ofrendas, es la flor de
cempasúchil, la cual, aparte de denotar festividad, es el elemento que forma el sendero a seguir por las ánimas. Por el colorido y por el olor característico de esta flor, los muertos pueden encontrar el camino de ida y vuelta del inframundo. Los pétalos deshojados ayudan al penitente a llegar a casa a la festividad, para comer, beber y descansar. Como el camino es sinuoso, las ánimas necesitan de algo más que las flores. Es por ello que en muchos altares prehispánicos se colocan figurillas de perros, puesto que son los canes los animales que facilitan el tránsito de las almas de un plano a otro.
Las velas que aparecen en el altar, tiene dos funciones según su manera de colocarlas. Si se colocan en forma de cruz, se está haciendo alusión a los 4 puntos cardinales que ayudan al familiar a orientarse en su canino de regreso. Si se ponen en los diferentes escalones de la ofrenda (por que la ofrenda debe ser escalonada en representación de los diferentes niveles del inframundo), se está iluminando el penar de las personas, esperando que la luz del altar les ayude a trascender en los diferentes niveles que existen en el más allá. Ahora, que si quieren verlo netamente prehispánico, las velas son uno de los cuatro elementos del universo: El fuego.
Los indígenas creían que el mundo se conformaba por 4 elementos básicos: Fuego, aire, tierra y agua, y que por lo tanto, estos debían tener representación en las costumbres funerarias. El fuego era representado por las velas, el aire por papel picado (morado o negro, colores de luto y duelo), la tierra por los alimentos colocados en la ofrenda, y el agua… Pues por el agua que se le ofrece a los deudos, agua que mitiga la sed y fortalece al errante para su regreso. Pero como no sólo de agua se nutre el alma, el occiso necesita de sus alimentos favoritos para poder regresar. De ahí que en la ofrenda se colocan diferentes alimentos, desde mole, hasta arroz y frijoles, claro está, sin olvidar el típico pan de muerto. Todo aquello que en vida le gustaba al honrado es colocado en el festín que tendrá estos días, agregando otros elementos como cigarros o alcohol.
En su visita, los muertos se encuentran con diferentes espíritus malignos que pueden corromperlos, por lo que el espacio de la ofrenda debe de ser purificado por sal y copal o incienso.
Ya después se han ido incluyendo diferentes cosas, como la fotografía del difunto, algún Cristo como proceso de purificación, cruces de ceniza o de arena para expiar las culpas del penitente, o imágenes religiosas.
A la par del altar, se tienen otras costumbres en este día. Una de las más comunes, es la elaboración de “calaveras”. La calavera, es un fragmento literario escrito en rima, que hace alusión a vivos y muertos, satirizando alguna característica del aludido, o describiendo como es que este pasó al mundo de los muertos (aunque no haya fallecido el aludido, siempre se hace referencia a este hecho). Aparte de la calavera, se acostumbra realizar grabados como otrora lo hiciera José Guadalupe Posada. Estos grabados, llenos de calaveras y celebraciones, es una evocación más a la muerte y su celebración.

Así es como entre bailes, cantos, calaveras realizadas de papel maché, ofrendas y calaveras, en México se celebra el Día de Muertos… ¡¡¡Feliz Día de Muertos les desea El Petate del Muerto!!!

P.D.
¿Qué, creyeron que se me había olvidado? En la ofrenda de Día de Muertos, suele ponerse el petate del muerto: Es la cama en la cual los muertos descansan y consumen sus alimentos durante su visita del Mictlán.



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Now playing: Los Fabulosos Cadillacs - Calaveras y Diablitos
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