El Petate del Muerto: El Enmascarado de Plata

El Enmascarado de Plata, el héroe de chicos y grandes, libró ayer su última batalla al lado de Blu Demos.
Si bien mi corazón ya le pertenecía a alguien más, El Enmascarado supo ganarse mi afecto y mi devoción por toooodas las aventuras que pasamos juntos. Este gran compañero fue mi cómplice y compinche de pedas, se convirtió en mi santuario en aquellas largas horas que pasé en su interior, fue compañero para cantar a dueto, e incluso, compañero de baile. Juntos tratábamos de combatir las fuerzas de la naqués, la intolerancia, y la poca amabilidad en el camino con matamoscas en mano. Incluso me ayudó a conocer a un par de señoritas mientras tratábamos de polear con las fuerzas de la taquañés y la necedad de cierta señora a bordo de una Windstar negra (terrible némesis del Enmascarado) o cuando nos pedían alguna sábana para un ave de corral. Si bien tuvimos descalabros como la vez que me dejó botado afuera de la escuela, o aquella otra en que decidió pasar una noche encerrado en el estacionamiento de un centro comercial (la cena en Sanborns más cara que haya tenido), muy pocas veces me defraudó. Estuvo ahí cuando lo necesité y siempre de la mejor manera.

Juntos recorrimos más de 66666 km. apoyándome tanto en la escuela como en el trabajo, ya sea transportando kilos y kilos de pañales y leche en polvo, o cargando con anafres para quesadillas y pambazos. Estuvo en la diversión y en la adversidad, acompañándome en carreteras y caminos mal pavimentados dentro de esta terrible Ciudad de México.
El Enmascarado de Plata, compañero que me llevó a mí y a un gran número de personas, ayer luchó su última batalla conmigo. Hoy le dije adiós a un gran amigo que nunca más me acompañará por las chelas, no me servirá de interlocutor en mis largas horas de reflexión, no será mi transporte para el trabajo, o me ayudará a cantar a todo volumen la canción populachona que esté de moda en el futuro…